Palabras Claves: facilitadora, conciencia, divertido, comunicación no verbal, corporalidad
Tiempo: 40 minutos
Dinámica:
Esta técnica, que parece muy elemental, es una de las básicas para detener la acción en un determinado momento y llevar la conciencia a lo que está ocurriendo.
El procedimiento es sencillo: cuando suena una señal (Stop), detenemos la acción hasta que se vuelve a oír otra vez la señal para continuar. Uno se queda inmóvil y se observa a sí mismo. Es como si se congelara en la postura que estaba. Se puede hacer en cualquier momento: en plena danza, juego, comida, etc.
Para realizarlo es conveniente utilizar un instrumento de suficiente sonoridad, como una trompeta, un platillo o simplemente las manos (algo que se pueda llevar de un sitio a otro). No es aconsejable utilizar un silbato o un pito tipo policía dada la asociación que tiene con otras formas represivas de detener la actuación. El sonido de una campana no es lo suficientemente breve.
El coordinador puede llevar la atención a distintos aspectos. Puede sugerir, por ejemplo, observar el cuerpo, la postura, los músculos, la piel, etc. Puede ser un buen momento para localizar los puntos de tensión y las zonas relajadas, observar si uno está en disposición “abierta” o “cerrada”, si está energizado o inhibido, etc. Uno observa su propia respiración: si ésta es clavicular, abdominal o torácica; miedosa o relajada; profunda o superficial. Presta atención a los pensamientos, sentimientos o deseos que predominen, del tipo que sean.
La pausa se puede realizar con los ojos cerrados (tomando conciencia del mundo interno) o bien abiertos (observando lo que aportan los sentidos).
La pausa nos ayuda a comprender lo que ocurre en nosotros, sin juzgar ni hacer de buenos ni malos de nuestra película. Pero si juzgamos, también es útil darse cuenta del proceso mental evaluador. Algunos tendemos a analizar, evaluar y ponernos nota, diciéndonos, por ejemplo: “qué bien estoy”, “qué bien me está saliendo”, “qué mal está el de enfrente”, “qué mal me siento”, “no debería haber venido”.
Tomamos conciencia del diálogo interno, del sentimiento que predomina y del estado del cuerpo.
Observamos si estábamos reviviendo el pasado, anticipando el futuro o viviendo el momento presente.
Al sonar de nuevo la señal se puede indicar que continúe la acción como si nada hubiera pasado. La pausa es también un buen momento para modificar la acción e iniciar una nueva actividad. En ocasiones permite terminar un juego cuando menos se espera. Otras veces se puede sugerir un cambio de actitud: por ejemplo colocarnos en el sentimiento opuesto al que experimentábamos, o continuar la acción más deprisa o más despacio, etc.
La pausa es un instrumento decisivo para los juegos en que se moviliza mucha energía, o incluso violencia.
Mediante esta técnica podemos parar la acción en el momento que los límites de seguridad lo exijan.
Por eso es conveniente ensayarla varias veces. Puede ser motivo de risa, pero si la sugerimos con la suficiente fuerza superaremos estos jolgorios iniciales.
La pausa puede ser muy, poco o nada dirigida.
En este último caso, nos detenemos sin que nadie pronuncie palabra alguna. Como todas las técnicas, los recursos de la pausa pueden irse agotando.
Hay personas que se preparan para que no les pille en una mala postura. Por ello es útil hacer falsas pausas o varias seguidas.
