Palabras Claves: reflexión, hijos, padres, comunicación
En una reunión de padres de familia, un joven pidió la palabra para leer un escrito que había hecho con varios de sus compañeros. El rector, un poco sorprendido, aceptó la lectura del siguiente documento:
Son muchas las ocasiones en las que se escucha a los padres manifestar lo que quisieran de sus hijos cuando crezcan. Por ejemplo, que sean grandes profesionales, exitosos y responsables.
Hablando de hoy, que obedezcamos, que ayudemos en la casa, que seamos educados con papá y mamá, y que no nos peleemos con nuestros hermanos; en fin, esperan muchas cosas de nosotros.
Pero alguna vez, desde su perspectiva de padre o madre, ¿ha pensado lo que nosotros, sus hijos o hijas, esperamos de ustedes?
Compréndannos. Sabemos que ustedes trabajan pero nosotros estudiamos (aunque a veces no les parezca); no somos multiusos y también nos cansamos; no somos perfectos y tenemos errores, pero los tenemos a ustedes para ayudarnos a mejorar. Nos gustan cosas diferentes a las que les gustan a ustedes, porque los tiempos cambian y las costumbres también. No esperen que nos vistamos como ustedes ni que actuemos como ustedes; compréndannos, somos diferentes a ustedes. Respétennos. Respeten nuestras decisiones y respeten nuestras opiniones puesto que unas y otras reflejan nuestra manera de ser; por lo mismo respeten también nuestras preferencias. Respeten nuestra privacidad, pues tenemos derecho aguardar secretos. Además respeten nuestros sueños y metas: tal vez no sean lo que ustedes desean, pero si los tenemos es porque al menos deseamos cumplirlos.
Apóyennos. No se imaginan cuanto necesitamos de ustedes, son nuestra fuerza para poder cumplir todos esos sueños y deseos. Apóyennos en lo que elijamos en nuestra vida, ya sea nuestra carrera, nuestra novia o novio, nuestros amigos, o en las metas que nos propongamos. Exprésennos abiertamente ese apoyo y así saldremos adelante con mayor facilidad.
Escúchennos. Escuchen cuando les hablemos: no solo hablen ustedes. Escuchen nuestras historias, pero demuestren sus ganas de oírnos. Escuchen nuestros problemas e inquietudes, escuchen nuestros sentimientos, escuchen nuestros reclamos y gritos.
Respeten nuestras alegrías y festejos. Por más insignificantes que sean las cosas que les contamos, óigannos, lo necesitamos.
Oriéntennos. Tal vez muchas veces lo hayan intentado y no los hemos aceptado: perdónennos por no hacerlo, pero por favor nunca dejen de aconsejarnos y guiarnos. Ustedes son los de la experiencia, lo reconocemos, pero no nos obliguen tampoco a seguirlos, no nos dejen caer y fallar; si nos van a ayudar para el futuro, y soy terco, cuando eso pase jálennos las orejas y póngannos de nuevo en el camino correcto.
Pero lo más importante: sean nuestro ejemplo, nuestro modelo a seguir. No nos exijan cosas que ustedes no dan: no nos exijan paciencia si ustedes nos gritan; no nos exijan respeto si nos insultan y ofenden; no pidan que cumplamos lo que prometemos si ustedes no lo hacen; no nos pidan amor si no nos lo dan; no nos pidan besos y abrazos si lo que recibimos a cambio son gritos y golpes.
Los queremos y mucho, nos encanta que sean nuestros papás y mamás, nos encanta estar con ustedes. Pero así como nos piden cosas, nosotros también se las pedimos y no por venganza sino por necesidad. Los necesitamos, necesitamos de ustedes y de su amor; necesitamos sus besos y sus abrazos, pero también necesitamos que nos dejen volar.
Sabemos que ustedes no son perfectos, nosotros tampoco lo somos. Sabemos que no nos pueden cumplir todos los caprichos, pero lo material no nos importa. Sabemos que hacen las cosas por nuestro bien y se lo agradecemos. Sabemos que desean lo mejor para nosotros, y también deseamos lo mejor para ustedes. Sabemos que no quieren que suframos, pero de repente es bueno sufrir y tropezar, y tal vez así nos levantaremos más fuertes y venceremos.
Los queremos mucho y gracias por todo.
