La verdad y la párabola

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Palabras Claves: reflexión, verdad 

Hace mucho tiempo andaba la Verdad por las calles y por los pueblos, tratando de hablar con la gente; pero la gente no la quería, la despreciaban por su apariencia simple y desgarbada. La Verdad andaba sin lujos, sin pretensiones, pura y evidente.

La Verdad lucía limpia y fresca, no usaba perfumes ni joyas, por lo que la gente no la consideraba y no la invitaban a las fiestas, ni mucho menos a las reuniones públicas. A veces los padres no dejaban que sus hijos se juntaran con ella. Las mujeres siempre la criticaban, pero no le decían nada respecto a su apariencia. Los ricos la subestimaban como una mendiga.

Un día que la Verdad iba por la calle, muy triste por todo lo que le pasaba, se tropezó con alguien alegre y divertido, vestido con colores llamativos y a quien toda la gente saludaba. Era la Parábola. Esta, cuando vio a la Verdad, le dijo:

—Verdad, ¿por qué estás triste?
—La gente me desprecia y me humilla —respondió ella—. Nadie quiere a la Verdad, ni siquiera me aceptan en sus casas.
—Claro, te entiendo. ¿Por qué no ensayas a vestirte como yo, con colores vivos y bien elegante y te peinas para que luzcas tu verdadera belleza? Quizás si notarán el cambio y puede que te acepten completa.
Entonces la Parábola le prestó uno de sus vestidos, la ayudó a arreglarse y desde ese día, como un milagro, la Verdad fue aceptada por la gente y cortejada por todos.

 

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