Palabras Claves: reflexión, vida, transformación
La pequeña flor estaba encantada con la vida. Tenía el calor de un sol maravilloso, el agua del río que la alimentaba y estaba rodeada de muchas flores que hacían de sus días un aprendizaje continuo. Una tarde, cuando se aproximaba el otoño, se dio cuenta que las hojas de una de sus flores favoritas, una margarita, comenzaban a teñirse de manchas color café y el brillo de sus pétalos se había opacado. La pequeña flor no le dio importancia y esa noche se cerró para descansar como todas las noches.
Al día siguiente al salir el sol, contenta abrió sus pétalos para recibir el calor de la mañana. Cuando se dio cuenta, la margarita yacía en el suelo cubierta de tierra, la pequeña flor no sabía qué estaba pasando y comenzó a llorar. Una rosa que estaba a su lado le dijo «Si lloras, llora de alegría ante la maravilla de la vida, nada termina, nada se acaba. Cuando ella se funda por completo con la tierra, será alimento para que tus raíces crezcan, se fortalezcan y gocen de la vida. Mañana tú también estarás allá abajo y formarás parte de las raíces de otra planta que gozará de la vida. así, nada se pierde y nadie se va».
