Palabras Claves: matrimonio, sexo, amor, infidelidad
Una pareja joven y seria describe la dimensión que ellos creen que tiene el sexo en su matrimonio:
Ella: —La parte sexual del matrimonio añade a nuestra relación algo que no tenemos con los demás. Es una nueva dimensión que no se da con los amigos. Algunas parejas buscan esto último, pero nosotros no. Creo que el sexo añade una especie de dimensión muy rica, y hace que uno quiera más a cambio; se da más de uno mismo.
Él: —La parte sexual es muy importante, es básica, y no se tiene con los amigos ni con los colegas. El sexo es el punto de encuentro de nuestra relación. A través del sexo entendemos muchas más cosas de lo que creemos. Muchas veces estamos tensos por las premuras diarias de la vida y el trabajo, y el sexo supone un gran alivio. Consigue acercarnos mutuamente de verdad, y a partir de ahí empiezas a ser cariñoso y amable con el otro y capaz de hablar. Pero no quiero decir que el sexo sea una evasión de nuestros problemas. No se debe utilizar para hacer las paces después de un período de enfado. No se deberían tener relaciones sexuales para poder hablar.
Ella: —No creo que el sexo resuelva los problemas básicos, pero no tiene que ser siempre serio. Puede ser simplemente una evasión, un placer. Prefiero una agradable noche de sexo a una obra de teatro aburrida o una mala película.
Sobre el tema de la fidelidad en el matrimonio, una investigadora relata las opiniones de un ejecutivo de publicidad que se encuentra actualmente en su segundo matrimonio, quien expresa su punto de vista masculino:
Históricamente, los hombres siempre han engañado la las mujeres, en público y en privado. Por supuesto que las mujeres también lo han hecho en privado. Pero ahora, por primera vez estamos proponiéndonos ser fieles
sinceramente. Por primera vez los hombres se están movilizando en serio y se preguntan, como yo, si sus esposas tienen los mismos sentimientos.
La investigadora añade al respecto:
Podemos creer, y con buenos motivos, que el doble código de la moral masculina sigue vigente en nuestra sociedad. En su mayor parte, los hombres siguen teniendo más ocasiones y acaso más deseos y más permiso tácito para divertirse que las mujeres. Pero, al aumentar las oportunidades femeninas de independencia económica, de educación y de movilidad, al haber un clima sexual más permisivo y una contraconcepción efectiva, ha variado el equilibrio en la balanza de la fidelidad matrimonial. Si él puede hacerlo, ahora, ella también puede, por lo menos en teoría.
