Palabras Claves: reflexión, perseverancia, constancia
Muy preocupada vino a buscarme una mujer. Su hijo más pequeño estaba teniendo problemas en la escuela primaria, malas calificaciones, desinterés, faltas de respeto hacia el maestro. Sin más me dijo “Ya lo intenté TODO” y tristemente estaba convencida que así era.
No pude más que preguntar “¿Qué es lo que ha hecho señora? Cansada respondió “Ya lo regañe, ya lo castigué, ya le grité y ya hasta le di un par de nalgadas”
Recordé que siempre hay más caminos, que mientras más opciones tenemos mejor nos va, que la flexibilidad consiste en multiplicar esas opciones y atrevernos a explorar senderos nuevos.
El niño no tenía dudas, sabía lo que quería con toda claridad, el/la/los __________________ (aquí puedes completar la frase con: juguete de acción, helado de limón, videojuego de última generación, pastel de tres leches, patines en línea o cualquier otra cosa que un niño pueda desear) iba a ser suyo.
Así que inició la búsqueda de su objetivo de la forma más sencilla: haciendo una petición “Mami, ¿me lo compras?”. Pero el plan A no funcionó “No mi’jito no tenemos dinero”
Pero el niño era eso, un niño. Así que cambió de estrategia recurriendo al bien conocido enfoque del cuchillito de palo. Repitiendo la petición hasta el agotamiento (de la madre, por supuesto) “¿me lo compras?” “¿me lo compras?” “¿me lo compras?” “¿me lo compras?”. Desafortunadamente el plan B tampoco funcionó, pues su mamá finalmente respondió con un estentóreo “¡Ya te dije que no tenemos dinero Jorge Iván!”
Sin embargo el niño aún no conocía el desánimo y sin pensarlo demasiado pasó a la promesa de campaña: “Mamita si me lo compras me voy a portar muuuuy bien, te voy a ayudar a lavar los platos, voy a hacer temprano mi tarea, voy a recoger mi cuarto y hasta te lavo el carro”. Pero la mamá que ya había escuchado las palabras de los políticos varías veces siguió diciendo que no. Ni modo, el plan C falló.
No hay problema pensó el niño. Aún quedaba la operación chantaje en sus múltiples modalidades, la sonrisa tierna que ablanda el corazón, vender su colección de bichitos muertos, convencer a su papá, hacer un nada sutil berrinche, además del plan J, el K, el W y hasta el Z.
El estaba decidido a que yo finalmente entendiera, porque infundiéndome certeza me dijo:
He visto rocas cantar, vacas dictar conferencias, hombres y mujeres enamorados hacer que la luna descienda. También he mirado arcoíris submarinos, adolescentes volar entre los árboles, fuentes cantarinas que cuentan chistes. Sé que el carbón se convierte en diamante, que el mole tiene chile y chocolate, que el cerebro de una persona pesa cerca de dos kilos y que su mente no tiene límites.
